EL ONCENIO DE LEGUIA
Augusto B. Leguía inspira a los gobernantes de nuestro país, hacia un autoritarismo y permanencia en el poder; Leguía inspira a los gobernantes a anular las propuestas y organizaciones no acólitas a su persona y gobierno; inspira a hacer obras sin importar los medios ni los costos, sólo el “quedar bien”. Al final Leguía cayó por su torpe política económica basada en la “adicción” a los préstamos usureros de la banca de EE.UU. que hizo del Perú un país débil ante las fluctuaciones del capitalismo mundial.
Fin del oncenio de A. B. Leguía
La caída del oncenio se produjo rápidamente como consecuencia de la crisis mundial del capitalismo, especialmente el norteamericano que se evidenció con la quiebra de la bolsa de Valores de Nueva York (24 de octubre de 1929) en el “Jueves negro”. La caída de las acciones y la liquidación de importantes transnacionales arrastró a sus sucursales en Latinoamérica. No se vendían más nuestras materias primas o los precios cayeron estrepitosamente. En la caída del oncenio también se paralizaron las obras públicas y las actividades en los enclaves de provincias, generándose un desempleo inmenso: minería, migraciones a Lima, protestas, actividades subversivas
- La dictaduras pro-EE.UU. en Latinoamérica cayeron en serie: Hernando siles en Bolivia; Carlos Ibáñez en Chile; Washington Luis en Brasil; Hipólito Irigoy en Argentina; etc. y en el Perú Leguía.
- El 22 de agosto de 1930 se sublevó el comandante Luis Miguel Sánchez Cerro, antiguo defensor del civilismo en Arequipa.
- Leguía fue apresado y conducido a la prisión de San Lorenzo y luego a la clínica Naval de Bellavista, donde escribió sus memorias Yo Tirano, Yo ladrón y murió el 6 de febrero de 1932. Tenia 69 años, de los cuales 15 ocupó la presidencia.